Este caso se trata de un mensaje enviado por WhatsApp acompañado en su mayoría con un vídeo de un bombero desconocido mostrando la supuesta eficacia del uso de una reconocida bebida gaseosa (Coca Cola) para extinguir incendios.
La información errónea dio la vuelta al mundo. Y en los grupos de difusión en Venezuela no faltaron los comentarios, reenvíos y opiniones de muchas personas dando cuenta de la noticia como un descubrimiento científico innovador.
El bulo hizo que muchos cuerpos de bomberos en el mundo hispano emitieran alertas sobre el engaño y el peligro que resultaría imitar el ejemplo del vídeo o del mensaje que encontró eco en las redes sociales y plataformas de mensajería instantánea.
El portal de España, Maldito Bulo, reprodujo el desmentido que hiciera el cuerpo de bomberos de la ciudad de Madrid en el que se señala que si bien la bebida en sí forma parte de muchos medios “de fortuna” que sirven para apagar un incendio, no se puede sustituir por un extintor homologado y por los conocimientos necesarios para acabar con un incendio. El organismo advierte sobre apagar un incendio de origen eléctrico con la bebida ya que puede conducir la electricidad y producir una descarga en la persona que lo intente. Añaden que las imágenes del bombero apagando el incendio con ese refresco “son de una situación muy controlada y difíciles de reproducir ante un incendio real”.
No obstante, en Venezuela no hay respuesta a este bulo por parte de las autoridades y si a esto le sumamos que el acceso a la información en el país está cada vez más restringido, en parte, por un deterioro general de los sistemas de comunicación y la erosión progresiva de los medios tradicionales, nos conseguimos como en otras ocasiones similares a una población vulnerable a las mentiras y sin elementos de comprobación.
La situación ilustra sobre un debate en los foros periodísticos acerca de la cobertura de los temas científicos.