Virus, mentiras y cadenas

Por Luis Ernesto Blanco

Hacer contenido viral es uno de los sueños de los que manejan redes sociales, ya sean personales o de organizaciones. Que el mensaje se comparta y distribuya una y otra vez desde distintos modos y fuese difícil controlar o detener para que llegue a más y más personas. Como si fuese una epidemia. O mejor, una pandemia.

Cualquier ocasión que despierta el interés de la audiencia trata de ser aprovechada: un evento deportivo, un suceso o una catástrofe. Ahora imaginemos si ese acontecimiento paraliza la economía del mundo, amenace todos los sistemas de salud del planeta y genere pánico en toda la población.

Según el buscador de noticias de Google, desde el descubrimiento del COVID-19, a finales del año pasado en la provincia china de Wuhan, se han generado más de mil millones de informaciones a nivel mundial. Noticias de nuevos casos, recomendaciones para aumentar la prevención, declaraciones oficiales y por supuesto, muchas mentiras.

La desinformación también es pandemia

Como en todos los casos de campañas de fake news, las razones para mentir y generar desinformación en medio de una pandemia son variadas: descartemos los meros ociosos y pongamos la atención en los que tienen algún interés o quieren sacar alguna ganancia en medio de la crisis.

Los primeros y más obvios son sitios web cuyo modelo de negocio se basa en el clickbait. Me cuido de llamarlos portales informativos porque su naturaleza apunta precisamente a lo contrario. Dado que el modelo de negocio privilegia todo aquello que generará tráfico para el sitio, lo más probable es que la verdad sea la primera sacrificada.

Están al tanto que los usuarios están desesperados por conocer lo que está ocurriendo y saben, además, que compiten con otras decenas o cientos de portales que están persiguiendo la misma información. Así que titulares con medias verdades o mentiras completas, exageraciones, descontextualizaciones, remedios milagrosos, casos insólitos y todo tipo de contenido que genere tráfico serán usados sin ningún prurito y distribuidos por los diversos canales que lleguen a la plataforma: Facebook, Twitter, Instagram, Telegram, TikTok, newsletter y, por supuesto, las muy temidas cadenas de WhatsApp.

Muchos recibimos contenidos que decían que el virus no sobrevivía más allá de los 26 grados, que solo atacaba a los ancianos, o que unas gárgaras con agua caliente eran una eficaz barrera de protección, solo por citar algunas de las cadenas más virales que circularon en los días más agudos de la pandemia informativa.

Política y coronavirus

Pero está claro que no solamente mienten los medios para ganar tráfico y aumentar los ingresos. Aunque las consecuencias de estas alteraciones de los hechos pudieran ser muy graves, generar pánico innecesario o disminuir el efecto de los esfuerzos de prevención, es más peligroso cuando la desinformación proviene de los gobiernos y usan para ello su aparato de propaganda, intentando evadir su responsabilidad, culpar a terceros (nacionales o foráneos) y tratar de sacar rédito político de la crisis.

El primero y más notorio en este sentido, es la propia China. No solamente no alertó al mundo cuando descubrió el virus y pudo hacer algo para procurar la contención, sino que ha generado todo tipo de informaciones tratando de suavizar el impacto y de evadir su responsabilidad.

Por otra parte, jefes de Estado como Donald Trump, Jair Bolsonaro o Andrés López Obrador, así como algunos gobiernos de Europa, son ejemplos de actuaciones irresponsables en el manejo de la crisis del COVID-19. Sus declaraciones y actuaciones públicas desestimando la gravedad de los hechos para privilegiar intereses políticos han tenido un impacto negativo en la contención de la epidemia. La magnitud de las consecuencias todavía es temprano para estimarla.

En el caso venezolano, la opacidad oficial, el manejo politizado de la crisis, la imposibilidad de corroborar algunos de los datos presentados, la falta de vocería técnica especializada y la censura, hacen dudar de los partes presentados por el gobierno.

Aunque se ha dicho en reiteradas oportunidades, en medio de la crisis del COVID-19 es necesario hacer todo lo posible por verificar la fuente de las informaciones que recibimos y, sobre todo, no compartirlas nuevamente si no estamos muy seguros que lo que allí dice es verdad. Debemos desarrollar relaciones de confianza con medios que siguen protocolos de verificación de la información. A pesar de la crisis, hay muchos medios venezolanos que siguen haciendo un trabajo serio y confiable. Pero en estos casos también es necesario recurrir a las agencias internacionales de noticias, medios internacionales reconocidos y, por supuesto, los organismos internacionales que atienden el tema.

Estar bien informados, en estos momentos, es tan importante como lavarse las manos.

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