La reflexión acerca de la relación entre la formación universitaria y el fenómeno de las fake news, remite necesariamente a viejos dilemas vinculados con los estudios profesionales del periodismo, los cuales van desde el cierre de las escuelas de comunicación (Pascuali 2019); el retorno al periodismo como oficio -lejos del concepto de Comunicación Social- (Fudación Gabo 2019) y, por supuesto, la recurrente acusación contra los obsoletos planes de estudios.
Lo cierto es que, mientras exista demanda por estudios profesionales en el campo (la cual no cesa en el contexto global), las universidades mantendrán sus puertas abiertas y están obligadas a brindar una respuesta académica a esta peligrosísima tendencia que, más allá de desvirtuar el oficio y amenazar con su extinción, nos confina a un triste destino como sociedad.
El advenimiento de la web 2.0 y sus herramientas interactivas, no solo ha desdibujado la industria informativa al multiplicar los emisores y canales, sino que ha dado al traste con la materia prima misma del periodismo: la verdad, concepto este que ya venía confrontando severos problemas de salud.
Términos como web fake, fake news y posverdad forman parte substancial de la nueva realidad informativa. ¿Cómo responden nuestros profesionales y universidades ante este desafío? Por el momento, ambos van perdiendo la batalla. Veamos.
Nuevos medios y medios tradicionales
El vicio de falsear la realidad y desinformar con fines de manipulación política son tan antiguos como el periodismo mismo. Antes, como ahora, los dilemas éticos son los mismos, solo que las oportunidades para forjar la realidad se han incrementado exponencialmente con las redes sociales y el boom tecnológico.
Sin embargo, las fake news, estas hijas descarriadas de la web 2.0, tienen su contrapeso: el antídoto de la fake news es el factchecking, que en sentido estricto, significa: verificación de hechos.
Ahora bien, ¿no es esto lo que ya se ha dicho y recomendado en la clase más básica de Periodismo Informativo desde principios del siglo pasado?, ¿qué diferencias subyacen entre la confirmación, confrontación y verificación clásica de fuentes y el fact-checking? La respuesta es simple: las competencias digitales, vieja y recurrente queja de quienes acusan un desfase entre formación universitaria y mercado laboral en Comunicación Social.
La formación académica debe descentrar su acento en los medios tradicionales y comenzar a reconocer nuestra nueva realidad mediática. Pronto, esa clasificación entrará en desuso y volveremos a ser simplemente “medios”.
Pregunto: ¿Es el fact-cheking alguna materia en los pensum de estudio en las más de quince carreras de Comunicación Social existentes en el país? ¿Un sub punto de algún programa? Me temo que no. Y he allí parte sustancial del problema, incorporarlo implicaría una lenta reforma curricular; por ello, sería más inmediato y efectivo emprender una urgente reforma de contenidos programáticos, a la par que liderar una discusión abierta, más allá de las aulas, propiciando la participación de gremios, empresas mediáticas, ONG’S e, incluso, usuarios organizados.
Los periodistas somos menos
Hoy día, gracias a las redes sociales, la fuente puede prescindir del periodista y con un simple tuit declarar directamente a las masas. Pero en este mismo sentido, cualquier persona puede crear una web fake y difundir falsedades que atribuye, por ejemplo, a un líder político. Imperdonable que un periodista caiga y se haga eco de un contenido falso, pero igualmente es comprensible que incurra en el error.
En este nuevo esquema, la propiedad y la gestión de los medios o empresas mediáticas ya no concuerda con el esquema tradicional. La aceleración del proceso de fabricación de noticias difumina al autor que hay detrás de la misma y difumina la responsabilidad de quién dice y quién hace la noticia. Deslocalización y descontextualización de las fuentes y multiplicación y diversificación de canales de distribución. En este caos informativo, los periodistas somos menos.
Buenas noticias, finalmente
Después del controversial documental El Dilema de las Redes Sociales (Netflix 2020) un futuro sombrío se cierne sobre la humanidad. Vale recordar que similares cuestionamientos (tal vez peores) se dijo en su momento sobre la televisión y pudiéramos concluir que la humanidad logró sobrevivir a los apocalípticos presagios de encumbrados autores.
Según el Digital News Report 2020, estudio que levanta cada año la agencia de noticias Reuters en 40 países del primer mundo, con inclusión de algunos latinoamericanos, de brecha digital reducida (México, Chile, Argentina y Brasil), hay un incremento sustantivo de usuarios dispuestos a pagar por la suscripción de servicios informativos, así como donar fondos. La tendencia crece sostenidamente. Dos importantes conclusiones se desprenden de este hallazgo:
1- El periodismo serio, ético y responsable sigue gozando de buena salud y cuenta con audiencias cautivas. No todo está perdido.
2- Los usuarios se cuidan y protegen, actúan en su defensa, buscan sus propios antídotos, los cuales descansan en una sólida formación ética con amplias competencias digitales, responsabilidad definitiva de nuestras universidades.