Redes sociales en pandemia: Un amplificador de la queja en las calles

Con 9.295 protestas contabilizadas a partir del 31 de marzo de 2020, cuando inició el estado de Alarma por el coronavirus, expertos y activistas coinciden en que el distanciamiento físico obligado, a partir de la llegada de la COVID-19 a Venezuela, no ha implicado el distanciamiento social, pues se tejen redes aún más fuertes para alzar la voz contra la injusticia y la falta de oportunidades

Un total de 9.295 protestas se registraron en Venezuela desde que fue declarado el estado de alarma por la llegada de la COVID-19. La pandemia sorprendió a los venezolanos protestando en las calles por servicios básicos y problemáticas de índole social y ni siquiera el miedo al contagio o la agudización de la represión mermó las exigencias de la ciudadanía que padece la ya calificada crisis humanitaria compleja.

Fueron 9. 633 manifestaciones en todo 2020 y 7.789 de ellas ejecutadas entre el 31 de marzo y el 31 de diciembre dan cuenta de que las calles de Venezuela siguieron palpitando al ritmo de la queja, una que lejos de apagarse con la pandemia y el confinamiento obligatorio por el nuevo coronavirus, se diversificó y migró a redes sociales y actuaciones simbólicas

A estas cifras, balance del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), se suman las 1.506 manifestaciones contabilizadas por la misma organización en los primeros 90 días de 2021, lo que deja a la vista las más de nueve mil veces que los venezolanos salieron a las calles en todo el país con pancartazos, cierres de vías, concentraciones, paros y marchas para reclamar sus derechos.

El aumento de la represión y la criminalización de las luchas sociales no amedrentaron a los dirigentes que elevaron su voz en el plano online y el offline. El encierro y el aislamiento físico no derivaron en el distanciamiento social, y quienes llevan el pulso a las protestas o participan en ellas coinciden en que el tejido de articulación civil es más fuerte hoy, tras 13 meses de encierro por una enfermedad que no da tregua. 

Marco Antonio Ponce, coordinador del OVCS, ofreció el balance anterior y apunta que a pesar del riesgo por el contagio del virus y todos los mecanismos de control social que han existido, “los ciudadanos ven en la calle ese espacio natural para exigir respuestas y denunciar cuando las instituciones no responden”. 

El experto destaca que 80 % de las manifestaciones del año 2020 ocurrieron durante el período de estado de alarma y así persisten en 2021. Ponce ejemplifica sus datos en las manifestaciones que tuvieron lugar el último semestre de 2020 por la escasez de gasolina o la represión en zonas populares que alzaron la voz por fallas de los servicios públicos, sobre todo en el oriente del país, zona que se alza con el primer lugar en el número de manifestaciones ocurridas en todo el país. 

“2020 fue el cuarto año con el índice de manifestaciones más alto, aunque reportó una disminución de más de 40 % con respecto a 2019. Esta alza tiene que ver con que la profundización de la crisis y la emergencia humanitaria compleja se han agudizado y son razones por las que los venezolanos siguen manifestando; a pesar de los riesgos de la criminalización, de la ausencia de respuestas, las personas siguen ejerciendo el derecho a la manifestación pacífica”, señala el también defensor de Derechos Humanos.

La medida se mantiene en los primeros tres meses del año 2021 y, según el más reciente informe del OVCS, las 1.506 protestas representan una disminución de 24 % en comparación con el mismo período en 2020, es decir, solo 471 manifestaciones menos.

Ponce reitera que la razón social y laboral sigue siendo el motivo principal por el que los venezolanos salen a las calles. Con esto concuerda Miguel Denis, activista de la articulación gremial Rompamos el Silencio, quien considera que aunque no hay un mecanismo que aglutine todas las iniciativas, la articulación social se reorganiza y trabaja por sus causas desde el confinamiento. 

Tejiendo redes

La represión y la criminalización de la protesta han aumentado a partir de la declaración del estado de alarma nacional el 16 de marzo de 2020, pero con ellos también ha crecido la solidaridad intergremial y el respaldo a causas que antes eran propias de cada grupo y que hoy se han convertido en banderas de lucha para quienes alzan la voz desde cada rincón del país.

El informe del OVCS da cuenta de ello al decir que 644 de las 1.506 manifestaciones registradas de enero a marzo de 2021 fueron combinadas y exigían más de un derecho. A saber, 44 % de las veces que los ciudadanos salieron a las calles desde que empezó el año ha sido para reclamar por causas propias y ajenas.

Un claro ejemplo fue la detención, el 12 de enero, de los cinco miembros de la organización Azul Positivo, una ONG de atención médica y humanitaria en Zulia. Su detención ilegal, durante casi un mes, fue bandera de la lucha de todo el movimiento de Derechos Humanos en Venezuela que con tuitazos, protestas simbólicas e incluso manifestaciones de calle exigieron la libertad de estos jóvenes, que se concretó el 10 de febrero.

En este sentido, los activistas y miembros de la sociedad civil coinciden en que “se ha venido rompiendo la polarización en la cotidianidad, estas luchas han logrado que la gente de un lado o del otro se unan tras un fin. Se logra construir un tejido social en Venezuela de a poco”, tal como opina Denis. 

Para el dirigente de Rompamos el Silencio, ha sido justo la desinformación y la distancia entre la sociedad y la clase política lo que de alguna forma ha generado la necesidad de la ciudadanía de participar en el ejercicio de la civilidad, alzando la voz por los canales que por los que le es posible y promoviendo que el activismo social sea cada vez más autónomo. 

Entonces ha representado una ventaja que la protesta haya migrado al mundo 2.0. Ángel Zambrano, miembro del Laboratorio Ciudadano, una plataforma de innovación ciudadana, señala que las quejas desde Twitter y otras redes sociales permiten la versatilidad en la participación y el eco entre actores políticos y sociales de peso. 

De la calle a las redes

La organización virtual de las luchadoras por los derechos de las mujeres es un claro reflejo de la diversificación de la protesta. Victoria Romero, activista feminista y creadora del Método WOM, explicó que insertarse en la agenda de la opinión pública mediante tuitazos, comunicados digitales y elementos online no fue difícil durante la cuarentena.

Estos escenarios virtuales han hecho posible que todas las tendencias se sumen desde sus discursos a otras luchas. En el caso de las feministas, Romero recuerda como un ejemplo de éxito la manifestación del pasado 8 de marzo, Día de la Mujer, en el que ni siquiera el hecho de que transcurriera en una semana de cuarentena radical impidió la ejecución de una protesta que se transformó en marcha y que fue de las más significativas, por su contundencia en la calle y su replica en las redes. 

Es así como la pandemia ha logrado que los activistas se reinventen e innoven en las formas de queja. Zambrano explica que los foros y grupos vía WhatsApp, las etiquetas en Twitter, las campañas con imágenes en Instagram, las cadenas y audios por aplicaciones de mensajería instantánea, así como los encuentros virtuales han servido para saldar esa deuda de conexión directa que hoy se tiene con la sociedad civil.  

En este contexto, ha sido mucho más valioso cada encuentro que se ha concretado en calle en estos últimos meses. “Creo que de todas las protestas que han ocurrido en la calle se puede destacar este denominador común de que la gente vuelve a ser feliz de estar juntos y juntas en la calle despolarizándonos, conociéndonos, haciendo cosas juntos a pesar de la adversidad del contexto y ha sido fundamental esa posibilidad de encontrarnos”, acota Zambrano.

Desde el Laboratorio Ciudadano, que ha participado activamente en alrededor de 20 acciones de calle durante la pandemia, la apuesta es a que el distanciamiento físico permanezca por la salud de todos, pero que el distanciamiento social desaparezca y se encuentren nuevas formas de que la lucha popular permee y ocupe todos los escenarios posibles. 

“Nos hemos dado cuenta que la lucha de un gremio o de la sociedad es una sola, porque en esa fragmentación hemos visto la necesidad de encontrarnos para pedir condiciones de vida mínimas”, comenta Denis sobre este punto.

Este asunto también lo explican bien desde el Observatorio de Conflictividad Social al decir que las que se viven a partir de la llegada de la pandemia a Venezuela, “son situaciones inéditas que dejan clara la profundización de la crisis que vive la nación en este momento y que, sin duda, se ha vuelto más compleja”, dice Ponce.

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