Protegidos del coronavirus y no de la desinformación

Petare suma 8 meses de una cuarentena que no cumple, pero ese no es su principal problema. Cuando el juez de paz se enfrenta contra las FAES, o cuando los evangélicos batallan contra los brujos por sanar a los enfermos, el virus de la desinformación circula por cada callejón del barrio José Félix Ribas, el más grande de Venezuela y uno de los mayores de Latinoamérica.

El 16 de marzo de 2020, el día que empezó la cuarentena en Venezuela, Grisel Rodríguez se descompensó. Estaba a punto de operarse el tumor que le hallaron en el seno izquierdo, pero la pandemia detuvo sus planes. Desde mediados de 2018 –cuando su oncólogo le diagnosticó cáncer de mama– se encontraba tramitando los exámenes preoperatorios que esperaba hacerse esa semana: una biopsia, una mamografía y varios análisis de laboratorio.

Desanimada, con la cabeza abajo y una carpeta de manila en las manos, regresó caminando desde el Centro Prestigio Giorgio en Boleíta Sur hasta su hogar en Petare. De allí no salió durante los siguientes dos meses. La nueva realidad pandémica imponía el confinamiento en casa como medida de contención y, ella, al padecer una patología crónica, entraba dentro del cuadro de los más vulnerables.

Grisel Rodríguez no podía arriesgarse, el virus amenazaba en las calles, aunque en Petare –salvo en los enfrentamientos de las bandas delictivas con las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) que se prolongan desde el mes de enero de 2019– nadie acató la cuarentena al pie de la letra.

Unas cuantas semanas después, frente a la “nueva normalidad” del país, decidió retomar los trámites, pero para eso debió solicitar un nuevo informe médico. El único Centro de Diagnóstico Integral (CDI) que estaba atendiendo pacientes sin el virus, era el de la zona 1 del barrio José Félix Ribas.

Ese día, ella fue una de las primeras en llegar. En la sala de espera del CDI había pocas personas. La gente del barrio ya no iba al médico por temor a los hospitales centinelas. Sentada, frente a una fotografía de la última campaña de Hugo Chávez en 2012, conversó con una señora que esperaba medirse la tensión.

Cuando llegaron al punto que las reunía en el sitio, la señora le dijo:

—Toma la raíz de guaritoto. Hiérvela y tómatela a diario, cuando te dé sed. Lo vi en un programa de televisión y los brujos de la zona 7 siempre la recomiendan cuando alguien tiene cáncer, no pierdes nada con probar.

Grisel Rodríguez conocía a los brujos de la zona 7. Después de que le diagnosticaron cáncer, asistía con frecuencia a consultarse, pero hasta entonces, por temor a perjudicar su situación, no había probado los remedios que le ofrecían los espiritistas. Confiaba en las recomendaciones farmacéuticas de su oncólogo.

Sin embargo, ese día, después de salir del CDI sin el informe –el médico se lo negó apelando a que no estaba autorizado para ello– decidió seguir el consejo de la señora. Pero antes quiso visitar de nuevo a los curanderos del “callejón de los brujos”. Desesperada, pensó que no perdía nada con probar.

Rumor y desinformación

En Petare, mucha gente prefiere visitar los centros espiritistas de la zona 7 del barrio José Félix Ribas, ante la falta de atención de los CDI y el temor de ser confinado en los nuevos hospitales centinelas, destinados por el gobierno de Nicolás Maduro para la atención de los contagiados por coronavirus.

el consultorio médico de la zona está vacío. foto cortesía: jesús piñero

Luis Rodríguez es vecino de la zona 7 y fue diagnosticado con COVID-19 en el mes de julio cuando acompañaba a su mamá a realizarse la prueba. Él no tenía intenciones de hacérsela, pero fue persuadido por el personal del CDI y, a diferencia de su madre, salió positivo. Pasó más de un mes en cuarentena dentro de un hotel centinela en Altamira, sin poder ver a sus familiares. Su caso fue conocido en el sector y percibido como una moraleja: “Si vas a un hospital, es probable que te confinen como a Luis”.

Pero este no es el único caso de desinformación vinculado al coronavirus en José Félix Ribas. En abril, algunos vecinos de la zona 1, cerca de Palo Verde, colgaron una pancarta en la que informaban que una habitante de ese callejón había sido diagnosticada con el virus y que, por lo tanto, había que mantener distanciamiento social con la familia.

Esta fue una información que no estaba confirmada ni autorizada para emitirse por la presunta víctima, quien inmediatamente comenzó a manifestarse por notas de voz de WhatsApp. En ellas amenazaba a los involucrados con una demanda por difamación. Aunque la controversia generó suspicacias, nadie acató el confinamiento.

Otro suceso similar aconteció en la zona 9, cuando un vendedor fue acusado de tener coronavirus y la gente dejó de asistir a su negocio.

Mercado del barrio josé felix ribas. FOTO CORTESÍA: JESÚS PIÑERO

Remedios y otras formas

Entre habladurías y rumores también circulan los supuestos remedios contra el virus chino: malojillo, toronjil y eucalipto son las hierbas más buscadas para prevenir el contagio, a pesar de que su efectividad no esté garantizada por los especialistas.

El consultorio del doctor Francesco La Russa D’ Agro –un italiano con más de 35 años en el sector– permanece vacío ante el escepticismo de los petareños. En cambio, los centros espiritistas de la zona 7 se encuentran abarrotados de personas ansiosas de ser atendidas por el hermano Guayanés, la hermana Indira, Juan del Volteo o la india Urquía.

Los brujos de Petare no son los únicos que acaparan la fe. Los evangélicos organizan conciertos locales cada semana, sin la rigurosidad exigida por la prevención del coronavirus. Ellos –que ven en la pandemia una lección divina– comprenden la magnitud de la pandemia, pero, parecieran subestimarla con su formación dogmática, al reunir a personas en grupos de oración en medio del distanciamiento social.

La desinformación se abre paso, entonces, también entre estos grupos religiosos, sobre todo cuando ocurren enfrentamientos entre la banda de Wilexis y las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES). Oran para que el virus y las balas se vayan del barrio.

Y es que la voz cantante del barrio es «Wilexis», quien fue nombrado juez de paz de la zona en 2017, por el actual alcalde José Vicente Rangel Ávalos, continuando el plan que había diseñado cuando fue viceministro de Asuntos para la Paz.

Sobre la figura de Wilexis rondan nubes de desinformación, más allá de los datos que se han hecho públicos. Al sujeto lo conoce un grupo muy reducido –su círculo personal–, sin embargo, no por ello deja de ser temido. Lo consideran el patrón, el único que les ha traído tranquilidad en medio del caos. Por eso, la gente no dudó en tocar cacerola cuando Nicolás Maduro anunció una operación para buscarlo en el mes de mayo de 2020.

Ni cáncer ni coronavirus…

El hermano Guayanés, uno de los curanderos del “callejón de los brujos” de la zona 7, le recomendó a Grisel Rodríguez la misma planta que le comentó la señora que conoció en el CDI: la raíz de guaritoto, pero esta vez mezclada con cadillo de perro. Rodríguez, con dos opiniones concordantes, decidió probar.

Esa misma tarde fue al mercado de las flores en Petare y allí adquirió las hierbas recetadas. En su casa, las puso a hervir en agua y, sin esperar a tener sed, se tomó el primer vaso. Antes, claro, se persignó.

Un ardor amargo recorrió su cuello y llegó a su pecho, pensó que era lo caliente que estaba el brebaje por no ingerirlo a temperatura ambiente. Se acostó a dormir y no se levantó hasta la mañana del otro día, esperaba amanecer curada del cáncer y a salvo del coronavirus, aunque ya estaba contagiada de desinformación.

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