La opinión y el análisis
Cuando comunicamos ciencia, no podemos olvidar las relaciones de poder político, económico y cultural de la ciencia como actividad social, los problemas, las agendas ocultas, las implicaciones. Y de allí la opinión científica toma gran relevancia, pues muchos de los hechos o productos de la ciencia generan incertidumbre y dudas en la sociedad.
Si bien la confrontación de ideas y teorías es parte constitutiva de la actividad científica, el desconocimiento de esta dinámica puede causar desconcierto y llevar a los ciudadanos desinformados a un estado de desconfianza.
¿Cómo es que unos científicos dicen una cosa sobre el coronavirus y otros dicen lo contrario? ¿A quién creer? ¿Qué herramientas tenemos, como ciudadanos, para entender —o no— lo que explica algún científico sobre las características del patógeno y su tratamiento?
La información sobre el desarrollo de las vacunas ha producido distintas corrientes de opinión en la sociedad. El anuncio de los rusos, y luego de los chinos, de haber desarrollado esta forma de prevención ha levantado suspicacias, pues la información se manejó como un logro político más que como un avance científico; también distintos grupos han difundido alertas de que la vacuna sería un ardid para “marcar” a los ciudadanos, o que sería un arma letal para disminuir la población.
La transmisión del coronavirus ha sido tema de desencuentros en la comunidad científica. Las distintas hipótesis son parte de la dinámica de la ciencia, como ya dijimos, y el Periodismo Científico (PC) debe ayudar a los ciudadanos a comprender mejor estas contradicciones, pues inciden en las decisiones de los gobiernos y en la confianza de la sociedad sobre las acciones que le son ordenadas para evitar la expansión de la pandemia.
Un ejemplo muy claro sobre este aspecto es la información sobre una carta que un grupo de 239 científicos envió a la Organización Mundial de la Salud, el 5 de julio, donde le pedían al organismo que reconsiderase las directrices sobre la no transmisión del coronavirus por vía aérea. La solicitud argumenta la existencia de “considerables pruebas de que el patógeno puede infectar a través de pequeños aerosoles”, transmitiéndose no solamente por la tos, el estornudo o las partículas de saliva de gente contaminada, en cercanía y sin uso de la mascarilla. (G.L.S., 2020).
La respuesta de la OMS fue la falta de suficientes pruebas. El artículo, publicado en el diario ABC de España, continúa explicando que tales pruebas sí existen, aunque en una prepublicación de investigadores de la Universidad de Florida, EE.UU., aún no revisada por pares, en la cual se muestran pruebas de que los virus viables de contagio pueden viajar hasta cinco metros. (G.L.S., 2020).
La distancia de dos metros, recomendada por la OMS y asumida por distintos gobiernos, quedaría corta ante las nuevas pruebas. En este trabajo se presentan testimonios de distintos expertos —una especialista en enfermedades virales de transmisión aérea, cuatro virólogos y una química atmosférica— de diferentes instituciones, que en su mayoría llaman a la cautela. Si los científicos no han llegado a un consenso sobre un aspecto de la transmisión del coronavirus, el periodista científico apela al sentido común.
El tema de las prepublicaciones (pre-prints) es que son artículos científicos que no tienen aún la imprescindible aprobación de los pares, por lo tanto, en la revisión a la que son sometidos, sus evidencias, argumentos, métodos, etc., pueden ser rechazados. Así que en PC, basar una noticia en una prepublicación debe estar siempre asociado a un llamado de atención sobre la condición de la fuente documental utilizada.
Con estos ejemplos, relacionados con aspectos como el desarrollo de vacunas o los mecanismos de transmisión de la enfermedad, podemos apreciar la importancia del análisis y la opinión que deben acompañar a la información de ciencia. Investigar, analizar, contrastar, informar, educar, todo ello se puede hacer con periodismo científico para ayudar a los ciudadanos a entender con claridad distintos aspectos de una pandemia que tomó por sorpresa a la humanidad toda.
Recomendaciones
La comunicación y el periodismo científico se han ido delineando como especialización por la misma práctica, pero sobre todo a la luz de cursos, congresos, seminarios y reuniones, de donde han surgido recomendaciones que es oportuno recordar en estos tiempos de pandemia. En las Conclusiones del Primer Congreso de Comunicación Social de la Ciencia, realizado en Granada en 1999, se dice que:
…hay que saber dar una información inteligente y al mismo tiempo inteligible. Aunque la claridad no puede ser nunca sinónimo de simplificación, sino de calidad comunicativa. Hay que advertir constantemente de los riesgos de la comunicación científica: la trivialidad, la búsqueda desesperada de titulares sorprendentes, el efectismo, la demagogia, la prisa, la confusión entre los ensayos y los resultados reales. (Calvo Hernando, 2003:207).
Moret propone que como ciudadanos debemos corroborar las informaciones que recibimos, verificar si tienen una fuente que las acredite. Siempre hay que ir a las fuentes oficiales y no a los comentarios. Asimismo, constatar la información que nos llega por las redes sociales. “Las fake news se disfrazan de información”; por lo tanto, hay que verificar antes de reenviar. A los periodistas recomienda consultar webs de periodismo especializadas en fake news, “dudar de una información que se escuda en el anonimato, que no refiere la fecha de publicación o cuyo origen no está claro. Ese es el mejor antídoto contra la desinformación”. (Moret, 2020).
Carlos Arcila Calderón, profesor investigador de la Universidad de Salamanca, recomienda a los periodistas tener cuidado especial con el tratamiento de las fuentes de cualquier naturaleza, garantizar la autenticidad y veracidad de las que se obtienen por internet, así como dar acceso directo al material original (a partir de la potencialidad hipermedia). “En la actual sociedad, la información ya no es un bien escaso, así que tendrá que ser el periodista quien procese, contextualice y clasifique estas fuentes en red, dando paso a una gestión de control de un caos imperante en Internet”. (Arcila, 2008:132).
La pandemia de 2020 representa una oportunidad de oro para que los periodistas científicos cumplan una labor educativa orientada, junto a su principal función informativa, con el fin de que los ciudadanos se acerquen —aunque sea un poco— al mundo de la ciencia, sus dinámicas, sus procedimientos.
La información relacionada con los aspectos científicos del coronavirus ha permitido que conozcamos mejor las características de estos microorganismos, su comportamiento, pero también la complejidad que entraña el desarrollo de vacunas, las etapas de prueba y los tiempos requeridos para que un desarrollo científico pueda llegar a la población.
La creación de falsas expectativas sobre la consecución de resultados a corto plazo de cualquier tipo de tratamientos o vacunas (para la COVID-19 u otra enfermedad) es un problema que atañe a la ética de la práctica comunicacional y que debe ser evitado, porque no corresponde a la obligación de veracidad que ha de acompañar al desempeño profesional.
El portal de noticias SciDevNet publicó en 2009 una guía práctica con recomendaciones para el tratamiento periodístico de brotes y pandemias, a raíz de la influenza A(H1N1), que bien pueden ser tomadas en cuenta para la práctica del periodismo científico en tiempos de COVID-19. Con ellas, Fang Xuanchang, Jia Hepeng y Katherine Nightingale, sus autores, pretenden fomentar una práctica responsable que permita dar sentido a la gran cantidad de información, a menudo confusa —dicen—, emplazando a hacer el seguimiento exhaustivo de la historia en el largo plazo.
La cobertura sobre brotes y pandemias “debe hacerse aplicando siempre un pensamiento crítico y un enfoque científico. La ciencia —junto a perspectivas sociales y económicas más amplias— es esencial para producir buenos artículos sobre una pandemia”. Los periodistas deben asegurarse “…de entregar a su audiencia el correcto significado de las palabras que escucharán y leerán con frecuencia. Por ejemplo, una ‘pandemia’ significa que una enfermedad se ha extendido a escala mundial, no necesariamente que es mortal. Los científicos hablan sobre la ‘virulencia’ de un patógeno, pero ¿qué significa eso para la gente común? Use explicaciones sencillas y precisas que no sean alarmantes”. (Xuanchang, F., Hepeng, J. y Nightingale, K., 2009).
Los autores se refieren igualmente a la necesidad de contextualizar la información, así como de evitar informar sobre las predicciones estadísticas de contagios o muertes como si fueran certezas, para evitar el sensacionalismo. Al contrario, se pueden aprovechar las proyecciones de los estudios para mostrar a las audiencias que son estimaciones calculadas a partir de una selección de factores, y son buenas solo a la luz del conocimiento que existe en el momento cuando se realizan.
Xuanchang, Hepeng y Nightingale (2009) refieren que hay una tendencia en comparar las pandemias con eventos anteriores similares, sobre todo con aquellas más dramáticas. Respecto a esto, recuerdan a los periodistas que deben “informar sobre los brotes actuales en el contexto actual de los sistemas de salud y del desarrollo científico”. Invitan a evitar “la abundancia de historias similares que parecen no ofrecer ninguna nueva información”, para que los mensajes importantes no se pierdan en un mar de informaciones que causan la pérdida de interés de las audiencias.
El 23 de abril de 2020, Wikimedia Argentina compartió el decálogo para comunicar contenidos científicos elaborado por Red EsPeCie (Es Periodismo Científico, un colectivo de periodistas y comunicadores públicos de ciencia y tecnología de Argentina), especialmente para aquellos que no están familiarizados con esta especialización periodística.
Nadia Luna y Nicolás Camargo —miembros de dicha Red— entre otras recomendaciones mencionan recurrir siempre a fuentes oficiales para difundir datos y estadísticas; buscar expertos que no tengan compromisos con laboratorios o empresas que se puedan beneficiar con la información, así como “no dar lugar a opinólogos ni a pseudociencias”; tener cuidado cuando se hable de tratamientos y cuando se utiliza como fuente algún artículo científico; ser responsables al utilizar las redes sociales (asegurándose de compartir aquello que provenga de fuentes confiables); y alertan de que “es contraproducente difundir teorías de conspiración que no tiene ningún tipo de sustento ni de pruebas (como que el virus es sintético y se “creó” en un laboratorio), y que solo buscan el impacto y mayor cantidad de lectores/espectadores, a partir de la difusión de información falsa”. (Luna y Camargo, 2020).
Para identificar las fake news y combatir la infodemia, sugieren identificar el autor y el medio de donde proviene la noticia, así como las fuentes que consulta el autor de la información; desconfiar siempre de los mensajes de WhatsApp y seguir cuentas en redes de gente confiable. (Luna y Camargo, 2020).
La Organización Panamericana de la Salud (OPS), junto a la OMS, publicaron en abril de 2020 una guía para periodistas: COVID-19. Consejos para informar, donde se afirma que:
Tener información clara, oportuna, veraz y de fuentes confiables es vital para las personas que están viviendo distintas situaciones en esta pandemia. Contar con información que, además, reconozca la incertidumbre y ayude a las personas a protegerse y prepararse para los diferentes posibles escenarios durante la pandemia es fundamental para contener el avance de la COVID-19, los temores relacionados con ella y mitigar sus consecuencias. (OPS, 2020).
La guía para periodistas es una excelente opción para asegurarse de que los mensajes que se emiten sean los más apropiados y evitar la infodemia, la contradicción y la confusión entre las audiencias.
Todos estos consejos, guías y recomendaciones constituyen indicaciones que suponen y apoyan el ejercicio ético del periodismo cuando se trata de COVID-19.En Venezuela, el periodista científico —y todos los comunicadores sociales— tiene en el Código de Ética dos artículos que se pueden traer a colación en estos tiempos de pandemia. Se trata del Artículo 6, que precisa: “El periodista se debe fundamentalmente al pueblo, el cual tiene derecho a recibir información veraz, oportuna e integral a través de los medios de comunicación social”; y el Artículo 20 que reza: “El periodista debe verificar las informaciones que recibe y recurrir a las fuentes idóneas que le permitan la información de manera veraz”. (CNP, 2013).
Asimismo, la Declaración de la II Conferencia Mundial de Periodistas Científicos, realizada en Budapest en julio de 1999, hacía una exhortación a los comunicadores especializados en ciencia a “…informar de manera precisa, clara, completa, independiente y con honradez e integridad”. (Calvo Hernando, 2003:207).
En tiempos de pandemia, el periodismo científico está llamado a tratar los temas de ciencia y salud con precisión, claridad, independencia, honradez, integridad, así como con rigor, exactitud, veracidad, competencia, ética y responsabilidad.
Sin embargo, nos queda siempre una inquietud sobre el alcance que pueda tener la información, por muy bien elaborada que esté, si la población carece de las herramientas —producto de una educación de calidad— para recibir, procesar y analizar los mensajes científicos y de salud sobre la pandemia de COVID-19. No se puede pasar por alto que las personas tienen prejuicios sobre las enfermedades y sus causas, sobre la ciencia, sobre los medios y los periodistas, y sobre los gobernantes y sus intenciones. Solamente la educación puede hacer de los ciudadanos la tierra fértil donde germinen los mensajes elaborados para el conocimiento y la prevención de esta y cualquier plaga que azote a la humanidad.
Referencias
Arcila Calderon, C. (2008). Newmaking: creación de contenidos originales. En Arcila, C. (2008), coordinador. Comunicación Digital y ciberperiodismo. Nuevas prácticas de la Comunicación en los entornos virtuales. Caracas, UCAB. pp. 107-142
Calvo Hernando, M. (2003). Divulgación y Periodismo Científico. Entre la claridad y la exactitud. México. UNAM.
Colegio Nacional de Periodistas (2013). Código de Ética del Periodista Venezolano. (21/08/2020)
G.L.S. (2020). Descubren indicios de que el coronavirus “viaja” hasta una distancia de cinco metros. (19/08/2020)
Luna, N. y Camargo Lescano., N. (2020). Cómo comunicar contenidos científicos en tiempos de infodemia. Decálogo para comunicar contenidos científicos en tiempos de infodemia. Recuperado de https://www.wikimedia.org.ar/2020/04/23/decalogo-especie/
Moret, Jorge (2020). Desinformación y COVID-19: Un cóctel explosivo. Premio III Concurso de Redacción WeAreContent 2020. Categoría Ciencias Sociales. Miami, EE.UU.
O.P.S. Organización Panamericana de la Salud (2020). COVID-19. Consejos para informar. Guía para periodistas. Recuperado de https://www.paho.org/es/documentos/covid-19-consejos-para-informar-guia-para-periodistas.
Xuanchang F., Hepeng, J. y Nightingale, K. (2009). Como informar sobre brotes o pandemias.