Morder al perro… y fotografiarlo

Si un perro muerde a un hombre, no hay nada extraordinario. En cambio, si un hombre muerde a un perro resulta llamativo y de interés… un hecho noticioso. Esta es una de las primeras lecciones de periodismo que introduce los elementos de la noticia, tratando de separar el grano de la paja.

Volver a ciertos principios básicos no solo es útil, sino necesario, especialmente, en momentos de confusión en los que se remozan viejos artilugios y se introducen abundantes amenazas, algunas de las cuales están vinculadas a la cultura visual.

La exaltación y omnipresencia de la imagen nos lleva a asumirla como evidencia y testimonio, situándonos en escenas que damos por ciertas sí, y solo sí, han sido fotografiadas. Olvidamos lo obvio: fotografiar es encuadrar, elegir unos elementos y sacar otros, decidir ángulos y planos que registran solo una porción de aquello que llamamos realidad, pues como advirtió Marco Aurelio “Todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad”.

En no pocas ocasiones la fotografía ha sido utilizada para tergiversar los hechos. Los ejemplos son innumerables y abarcan áreas diversas como la publicidad, el arte, la política, e incluso la vida cotidiana. Los motivos e intenciones también son múltiples. Retocar una foto en la que no salimos muy bien, probar filtros y efectos visuales, embellecer un producto para hacerlo más atractivo al potencial comprador, eliminar o añadir una personalidad en un retrato histórico (los casos de Stalin, Hitler, Mussolini y Castro son emblemáticos).

La falsificación se ha hecho cada vez más presente en el discurso visual. Los procedimientos manuales propios de la fotografía analógica han mejorado exponencialmente. Las aplicaciones y programas se masifican y los usos se popularizan: tú photoshopeas, yo photoshopeo, nosotros photoshopeamos. Pues sí, el Diccionario libre admite la palabra photoshopear y la define como: “retocar digitalmente una fotografía con el fin de mejorarla o crear una imagen diferente a la real”

Los fotomontajes, la descontextualización (temporal y espacial) de algunas imágenes, la alteración deliberada de sentido, las borraduras y superposiciones componen un peligroso álbum de mentiras donde la verdad está fuera de foco. En esta gran galería de falsificaciones visuales es importante saber mirar para poder desechar.

Los laboratorios de desinformación conocen bien la pesada carga que hemos puesto sobre la imagen, haciendo circular ficciones creíbles y hechos distorsionados.

La alfabetización visual lanza el salvavidas en el océano informativo repleto de emociones, inmediatez e ingenuidades. Se vale dudar, interrogar la imagen, observar con detenimiento antes de compartir, de ceder a la tentación de la primicia, de olvidar que no todo lo que parece es.

La tecnología continuará su ritmo avasallante, será difícil llevarle el paso, por eso es necesario volver a lo básico, retomar la extrañeza ante una imagen, examinarla con ojo crítico, ver el tratamiento de luces y sombras, identificar a quién o a cuáles intereses favorece su difusión, y si es oportuna su circulación. Urge superar la credulidad, enfatizar la importancia del contexto y estimular la creación de redes colaborativas de revisión y detección de casos de fake.

Actualmente existen herramientas para la verificación de imágenes que permiten realizar búsquedas a la inversa, ver metadatos, utilizar detectores, entre otras funciones más avanzadas (Google Images, FotoForensics, Assembler, TinEye, Jeffrey’s Image Metadata Viewer son solo algunas). Sin embargo, el sentido común resulta el más básico de los sentidos y, a la vez, el mejor antídoto.

Pensar en la fotografía de una persona que muerde a un perro puede ser una metáfora pertinente. Esto —siguiendo con el lenguaje metafórico— permitirá contrastar e iluminar zonas de la superficie visual en la que nos movemos, optimizar el enfoque y optar por la mejor resolución. No basta con discernir sobre un hecho noticioso y uno superficial y distractor —potes de humo o trapos rojos, según se vea—. Hay que pensar en la veracidad de su registro fotográfico.

No es ni será tarea fácil, seguirán los obstáculos cada vez más sofisticados, pero mientras más se señalen estos aspectos, más ciudadanos advertidos y usuarios críticos habrá. Recordemos: ‘Ladran, Sancho, señal que cabalgamos’ una frase ampliamente utilizada para indicar cuando avanzamos a pesar de los impedimentos y los problemas que se van presentando. Frase que, irónicamente, es en cierto modo una fake.

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