Las redes sociales, tierra donde el dedo es más grande que el sol

En la ensalada de las redes sociales, uno de los ejes temáticos más frecuentes para producir confusiones y fomentar el extravío en la audiencia es el electoral.

El adulterado panorama nacional actual recrudece la expansión de puntos ciegos y dificulta en ocasiones la interpretación de los hechos, particularmente en un momento político como el corriente, donde desembarca en el calendario la cita de gobernadores y alcaldes detrás de unas jornadas de diálogo en México sobre la que penden interrogantes.

El prolongado predominio del chavismo, con la ausencia de garantías institucionales que tal circunstancia trae al remolque, ha ido segregando en el país contextos cambiantes, poblados de estados de opinión contrapuestos y tendentes a contradecirse. El común de la gente tiene lagunas en torno a nombres que se superponen, alianzas electorales con nomenclaturas similares y políticos de discurso desobediente trocados súbitamente en candidatos.

Mientras se desarrolla el dialogo en México, proliferan, como conejos, más y más candidatos opositores en municipios y estados –presumiblemente, a la espera de que un acuerdo unitario produzca los despejes necesarios–, desprovistos de una estrategia paraguas y una ruta que permita el razonar objetivos y fijar metas realizables.

Por su parte, el Partido Socialista Unido de Venezuela ha convocado una curiosa consulta primaria “por las bases” en la cual los votantes proponen y la dirección nacional dispone, vetando candidatos ganadores y asignando unilateralmente otros, generando con ello una curiosa parodia que ilustra a la perfección la decadencia institucional y política del país.

La matriz de los bulos que circulan en las redes en este tiempo en los temas electorales, más allá de nombres, circunstancias, partidos desconocidos y videos promocionales, está vinculada a la propia comprensión de la cita, sus posibilidades para conjurar la crisis política actual, sus particularidades en este momento de oscuridad institucional y su verdadero impacto en la dinámica cotidiana de la gente.

Con 21 años bajo la dominación chavista, no será necesario cavar demasiado hondo para reparar en una circunstancia que no ofrece misterio alguno: cuando el chavismo quiere inhibir el voto opositor endurece la regulación electoral y fomenta las asimetrías en favor del PSUV; y cuando quiere estimularlo por alguna causa estacional –como es el caso— fomentará el entusiasmo enemigo con tentadoras resoluciones aperturistas.

Siendo las redes sociales, muy especialmente el Twitter, no un medio de comunicación formal, sino un ágora para el debate público a través del microblogeo, es común que uno de sus vicios más frecuentes consista en fomentar la ilusión de que se está ganando un campeonato de discusiones a partir del cual se pretende organizar al mundo.

El consumo inmediato de noticias y la valoración objetiva de los hechos en espacios tan sobrepolitizados a veces pasa a un segundo plano. Las aproximaciones apasionadas, los desajustes emocionales y la tórrida subjetividad de los usuarios tienden a ofrecer una visión fragmentada de la realidad, en la cual se omiten datos, se fabrican laboratorios tendenciosos y se ofrece una visión miniaturizada del contexto actual. 

La lupa de las redes y la telefonía inteligente puede permitirnos comprender con mucho mayor amplitud, y sensibilizarnos adecuadamente, con circunstancias como las de Afganistán o Haití, pero, paradójicamente, en ocasiones achican aún más la realidad que tenemos frente a nosotros, a partir de una toma de posiciones atrincherada y una rabiosa pasión militante tóxica y completamente inútil.

En este contexto, se simplifican argumentos; se dan por legítimos los procesos electorales que no son tales; se omiten a conveniencia los atropellos a la legalidad de este tiempo; se cuestiona aquello que antes se defendía; se abusa de la desmemoria colectiva.

Los bulos de las pasiones desbordadas y la vileza humana, presentes también en las comunicaciones públicas como uno de sus componentes naturales, se concretan en etiquetas, que con mucha frecuencia devienen en tendencias del día: paredones de fusilamiento en el cual el enemigo es despedazado con cualquier argumento, se trate de medias verdades o de mentiras.

Se construyen memes, se fabrican acusaciones diagonales, se ensamblan discursos de contextos diferentes, se calumnia y se difama para mantener escondido al sol detrás del dedo pulgar.

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