El OVFN: Dos años de una vacuna efectiva contra la desinformación en Venezuela

¿La matica de guayaba cura el COVID-19? ¿Las Naciones Unidas declararon a la Iglesia Católica como enemiga de los derechos humanos? ¿La vacuna contra el nuevo coronavirus implantan un chip 5G de manera subcutánea?

Hace dos años nació el Observatorio Venezolano de Fake News como una iniciativa que aspira a contrarrestar los frutos del peligroso juego de la desinformación, como esas increíbles dudas, con el antídoto de los más elevados estándares de ética, criterio periodístico y responsabilidad social.

El OVFN tuvo su génesis en la preocupación de un grupo de profesores universitarios, periodistas y miembros de la organización Medianálisis, dedicada a la capacitación y el estudio de medios periodísticos venezolanos, ante la irrupción de noticias falseadas en el país, según explica el investigador y coordinador de proyectos Andrés Cañizález.

Nació como idea y, luego, como un proyecto real en una amplia discusión tripartita entre profesionales y docentes apasionados por el ejercicio recto del periodismo: el propio Cañizález, comunicador y doctor en ciencias políticas; Mariela Torrealba, docente-investigadora  y comunicadora, miembro fundador de Invecom y Medianálisis; y León Hernández, productor de espacios informativos en canales de televisión nacionales y último jefe de redacción de El Observador en RCTV.

Su origen coincidió con la agudización de la crisis de Venezuela, que ocurrió en simultáneo con un boom de informaciones enajenadas de la realidad y la verdad. “Vinimos a dar respuesta a esa situación. Desde su fundación, hemos tratado de, no solamente ofrecer desmentidos, sino también de generar reflexión sobre el fenómeno que se ha producido” en cuanto a las fake news, observa Cañizález.

El OVFN ha fortalecido su vocación pedagógica en pro de los ciudadanos, subraya. “Lo importante en todo esto, en el largo plazo, es que tengamos una ciudadanía con herramientas para hacer frente a la desinformación”, explica, mientras enfatiza en cómo la evolución de las redes sociales, la cada vez mayor dependencia de los servicios de mensajerías y la ausencia de medios tradicionales ha creado “un caldo de cultivo” de noticias falsas en el país.

Iniciativa pionera

Ysabel Viloria, periodista, editora y docente universitaria con experiencia en medios impresos y digitales, forma parte del Observatorio Venezolano de Fake News desde que era una mera idea en papel.

El proyecto “creció muy rápido” y su nivel de exigencia se elevó de manera exponencial en tiempos que llama “de desprotección” de la ciudadanía, detalla. “Ha sido indiscutible la importancia de esta iniciativa, pionera entre las dedicadas al desmentido de informaciones falsas. No solo se trata de desmontar campañas de desinformación, sino, también, vinimos a satisfacer una necesidad real de la gente para informarse de manera oportuna, veraz”, resalta.

Viloria, subcoordinadora del OVFN, remarca el reto que significaron los tiempos de pandemia por el COVID-19, que arribaron de sorpresa a Venezuela y al mundo con alforjas cargadas de informaciones nacidas en nichos de desconocimiento, agendas políticas, desesperación y temor colectivo.

“Parecía que todo se limitaba, se hacía más chiquito. El Observatorio se avocó a hacerle saber a la gente qué era cierto con criterio periodístico”, abordando mitos y bulos que pasaban desde la supuesta curación del nuevo coronavirus gracias a maticas de menta o guayaba hasta la presunta instalación de un chip en cada persona que optaba por vacunarse contra la enfermedad, dice.

Los tiempos de pandemia

Un valor del OVFN es su capacidad de evaluar el entorno y de adaptarse a las necesidades informativas de un país que progresivamente ha quedado carente de opciones noticiosas probas, comenta. La pandemia puso a prueba su valía.

“El COVID-19 nos obligó a reinventarnos. Cuando esto nació, no hacíamos muchos temas relacionados con salud y nos hemos convertido en una referencia en ese tema. No solo son los desmentidos, sino además las conversaciones con expertos y científicos para tener herramientas” de verificación, acota Cañizález.

El Observatorio Venezolano de Fake News organizó una serie de eventos con especialistas para brindar información calificada sobre el nuevo coronavirus. Transmitió y procesó entrevistas con expertos, como los doctores Julio Castro, Flor Helene Pujol y César Cuadra Sánchez, para advertir, por ejemplo, que las vacunas contra el COVID-19 son altamente seguras y que la meta nacional debe ser inmunizar al 70% de la población para cortar la cadena de transmisión del virus.

Viloria considera que esos emprendimientos colaboran con la salud de los venezolanos. “En términos de salud y medicina, cuando se genera una información falsa, se altera un tratamiento que puede salvar o perjudicar una vida. No es manipular una información, sino poner en riesgo la vida de las personas que se exponen a contraer un virus por estar desinformado”, advierte.

El rol de los observadores

La evolución del Observatorio Venezolano de Fake News muestra su capital humano. Un grupo de coordinadores y analistas lideran a ocho observadores en el Distrito Capital y estados como Carabobo, Mérida, Nueva Esparta, Táchira, Lara y Zulia, quienes, a diario y con ánimo madrugador, persiguen constantemente informaciones potencialmente sospechosas de tener contenidos falseados.

Elvis Rivas hace lo propio en Mérida desde los inicios del proyecto. Es uno de los observadores más activos, tanto que recientemente las autoridades locales le otorgaron el premio regional de periodismo por su rol en el OVFN.

“Estoy activo las 24 horas buscando contenidos falseados en redes sociales, como Twitter, Instagram, Facebook, en WhatsApp. Cada vez que veo alguna información sospechosa, inicio con esa labor de investigación para verificar si es cierto o no. Llamo a fuentes oficiales, a periodistas, hago búsquedas en Google y en medios serios”, cuenta Rivas, excorresponsal de RCTV en su estado.

Su labor le ha llevado a convertirse en una especie de formador de amigos y desconocidos con los que interactúa en redes sociales y servicios de mensajería.

“Una de las cosas curiosas es que he tenido ‘proveedores’ (de notas) o usuarios que comparten información sin verificar y ahora muchas personas me preguntan antes de reenviarlas. Me da una satisfacción enorme, porque quizás he contribuido con que esas personas hayan concienciado y asumido la responsabilidad de difundir informaciones que son ciertas”.

Yamile Jiménez, observadora del OVFN en el estado Táchira, dice que su rol ha sido “una fortuna y un honor”, no solo por el aporte en la detección y alerta de contenidos falsos que causan zozobra, sino además porque es una experiencia “enriquecedora” de educación personal contra la desinformación. 

“Las fake news son enemigas del periodismo, de la buena comunicación y nosotros, como observadores, tenemos la responsabilidad de detectar desde nuestras regiones todos esos contenidos falsos que causan alarmas, zozobra y se consumen sin ningún tipo de cuidado en las redes sociales. Cada día son más las que circulan y las personas que no se detienen a hacer ese proceso de búsqueda y corroboración de las informaciones”, apunta.

Jiménez puntualiza lo fructífera que es una zona fronteriza, como Táchira, para los contenidos falseados. “Es una zona con conflictos propios de la región, donde el tema de la escasez de combustible es mucho más agudo que el resto del país y circulan muchas informaciones falsas sobre eso: listas falsas, avisos falsos, la gente sale corriendo y se cree el mensaje. Hay una especie de locura colectiva” que nace de la necesidad de gasolina de la gente, advierte.

Para ella, la pandemia ha marcado “un antes y un después” para las fake news en Táchira, pues el nuevo coronavirus ha sido terreno fértil para anuncios falsos de focos de contagio, de cierre policial de vías, o de remedios “milagrosos” con base en pimienta negra u orina de niños. Cañizález, por su parte, valora el papel de los observadores como “muy importante” gracias al aporte de su mirada local a cada noticia que surja. Ello permite, a su entender, que el OVFN tenga “una suerte de redacción virtual, donde periodistas con distintas experiencias, que viven realidades particulares en cada uno de los estados, tenemos una vigorosa y amplia discusión diaria en relación con la circulación de los bulos”.

La vocación pedagógica

El Observatorio Venezolano de Fake News tiene en su ADN un leit motiv: una sociedad bien informada toma mejores decisiones. El propósito de honrar esa máxima se traduce en iniciativas de formación y enseñanza. Coordinadores y observadores lideraron en meses recientes, por ejemplo, un ciclo de talleres de alfabetización digital sobre noticias falsas, en los que han participado 220 estudiantes de periodismo de universidades como la Arturo Michelena, la Católica Andrés Bello de Guayana, la Aula Abierta, la Fermín Toro, la Monteávila, la Católica Cecilio Acosta de Zulia, la de Margarita y la Católica Santa Rosa.

Esa vocación pedagógica también deja su huella en la página web del OVFN, https://fakenews.cotejo.info . Todo usuario puede clicar en la sección de “recursos” para aprender sobre distintas herramientas que permiten “de manera sencilla y eficiente” verificar contenidos engañosos. 

Esa opción permite, por ejemplo, tener a mano sitios en línea y aplicaciones con las cuales se puede verificar contenidos de procedencia dudosa, como imágenes y textos. Asimismo, juegos y cursos suman al conocimiento sobre las fake news.

Esa cultura, asevera Cañizález, es el aporte de un proyecto que suma ya dos años de combates a la desinformación y de alianzas con la pedagogía ciudadana.

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